26/1/14

ARRARO


Arraro visto desde la lejanía

Llegada al conjunto religioso-militar

Ruinas de la ermita

Otra vista del ábside

Interior de la nave, vista hacia el oeste

Ábside al exterior

Puntón rocoso sobre el que estuvo situado el castillo

Hace unos días tuve el privilegio de visitar Arraro, uno de esos lugares en lo que parece que el tiempo se detuvo hace siglos, uno de esos lugares en los que sientes que una vida no es suficiente para poder disfrutar todo lo que la montaña nos ofrece.

El punto de partida es Santa Cilia de Panzano, desde allí tenemos alrededor de una hora y media a pie, siempre en subida, aunque la magnífica recompensa merece de sobra el esfuerzo. 

Arraro fue el nombre de un antiguo pueblo de la Sierra de Guara desaparecido hace muchos siglos por razones desconocidas: bien por su complicada ubicación, por la peste, guerras… Es complicado imaginar la vida en un lugar tan alejado de las zonas habitadas como es este, con un clima tan complicado y con tan poca superficie de tierras útiles a su alrededor.

Una vez en Arraro, lo más destacado son las ruinas de su ermita románica; algunos expertos la fechan en el siglo XII. A pesar de su estado ruinoso todavía se reconoce perfectamente su planta rectangular y su ábside semicircular orientado, levantado en el mismo borde del abismo. Las paredes de la ermita están semiderruidas y gran parte de los sillares han ido cayendo a su interior, que se halla colmatado en su mayor parte. En su interior hubo (hace muchos siglos) una talla románica de la Virgen, se guardaba en la iglesia de Panzano pero lamentablemente fue destruida durante la Guerra Civil.

Junto a la ermita, sobre un llamativo puntón rocoso de color blanco se conservan tímidos vestigios de lo que fue el castillo de Arraro que junto con la ermita formaban el conjunto religioso militar que nos ocupa en cuestión.